lunes, 18 de julio de 2011

La pálida

Mis certezas desayunan dudas. Y hay días en que me siento extranjero en Montevideo y en cualquier otra par- te. En esos días, días sin sol, noches sin luna, ningún lugar es mi lugar y no consigo reconocerme en nada, ni en nadie. Las palabras no se parecen a lo que nombran y ni siquiera se parecen a su propio sonido. Entonces no estoy donde estoy. Dejo mi cuerpo y me voy, lejos, a nin- guna parte, y no quiero estar con nadie, ni siquiera con- migo, y no tengo, ni quiero tener, nombre ninguno en- tonces pierdo las ganas de llamarme o ser llamado.

Eduardo Galeano, del libro de los abrazos.

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