martes, 28 de junio de 2011

El diagnóstico y la terapéutica.

El amor es una enfermedad de las más jodidas y contagiosas. A los enfermos, cualquiera nos reconoce. Hondas ojeras delatan que jamás dormimos, despabilados noche tras noche por los abrazos, y padecemos fiebres devastadoras y sentimos una irresistible necesidad de decir estupideces.
El amor se puede provocar, dejando caer un puñadito de polvo de quereme, como al descuido, en el café o en la sopa o en el trago. Se puede provocar, pero no se puede impedir. No lo impide el agua bendita, ni lo impide el polvo de hostia; tampoco el diente de ajo sirve para nada. El amor es sordo al Verbo divino y al conjuro de las bru- jas. No hay decreto del gobierno que pueda con él, ni pócima capaz de evitarlo, aunque las vivanderas prego- nen, en los mercados, infalibles brebajes con garantía y todo.

Del libro de los abrazos, Eduardo Galeano.

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